En 1973 un grupo de trabajadores de RENFE, tuvo la idea de formar una nueva comisión fallera. Nace así la falla Ferroviaria de Xàtiva. La acogida de la falla, a pesar de las dificultades surgidas, fue todo un éxito.
La primera sede social de que dispuso la falla fue un vagón ferroviario. Se trataba de un vagón de mercancías abandonado en una vía muerta del muelle de la estación. Este improvisado casal alojaba tanto las reuniones semanales de los viernes como las cenas y bailes de la semana grande fallera, toda la vida social de la comisión se desarrollaba en su entorno El fin del vagón fue trágico: un incendio acabó con él e hizo que se quemara como una falla.
En 1982 otro hecho excepcional y desgraciado conmocionó la comisión. Pocas semanas antes del día de la tradicional plantá, los dos monumentos falleros se quemaron en un incendio que se produjo en el taller del artista. Todos los artistas del gremio, así como las comisiones de la ciudad se volcaron en ayudar y se plantó un monumento con los recortes restantes de las otras fallas.
A finales de la década de los ochenta y principio de los noventa, un grupo formado por algunos miembros de la comisión y conocidas personas del mundo cultural de la ciudad, iniciaron un nuevo camino en la trayectoria del libro de fallas, el cual fue después seguido por otras comisiones setabenses. Fruto de este gran trabajo han sido los numerosos premios locales y comunitarios que la comisión ha recibido. Destaca entre ellos el primer premio otorgado por la Generalitat en la mejor publicación fallera de la Comunidad Valenciana en 1993.
Posteriormente, se han obtenido un más premios concedidos también por la Consellería de Cultura.
Este año ha conseguido el primer premio de la sección especial al mejor monumento fallero.
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