El servicio llegó en 2022 a los 175.000 usuarios, frente a los 30.000 de media en los años previos a la gratuidad.
La gratuidad del bus urbano de Ontinyent cumple su tercer año con cifras que constatan el éxito de una medida implantada justo antes de la pandemia por el Gobierno de Ontinyent.
Un total aproximado de 175.000 personas lo han utilizado en 2022 frente a las 30.000 que subían al bus urbano antes de ser gratuito. El incremento ha estado exponencial: en 2020 y a pesar de la pandemia se triplicó el número de usuarios; 122.800 en 2021 y 175.000 el año que acaba. La cifra supone prácticamente duplicar las personas usuarias respecto al primer año del servicio, y multiplica por más de 5 los 30.000 usuarios anuales de media en los años anteriores a la entrada en vigor de la gratuidad.
La regidora de Transporte, Inma Ibáñez, destacaba que “la respuesta ha sido muy positiva, puesto que a las personas mayores de 65 y los jóvenes menores de 20 años, que venían siendo las que más lo utilizaban, estamos añadiendo gente de entre estos dos tramos de edad, principalmente mujeres pero también cada vez más hombres. Podemos decir que el uso ya es universal a todos los sectores de edad”, señalaba.
Ibañez ponía en valor el hecho de conseguir esta buena acogida de forma pionera, “mucho antes que otras administraciones tomaron medidas parecidas”, y teniendo la influencia de muchos factores que no se esperaban, como por ejemplo la pandemia “o el aumento de los precios del combustible, que no ha afectado ni va a afectar las previsiones del Gobierno de Ontinyent de seguir impulsando este servicio”, manifestaba. En este sentido, la regidora recordaba que el gobierno ontinyentí, que ya amplió horarios este año al bus para atender el incremento de la demanda, tiene previsto dotarlo de una tercera línea que llegará al nuevo hospital y al polígono industrial.
La regidora de transporte recordaba que algunos aspectos claves en los bonos resultados son también mejoras en el servicio como la incorporación de los dos nuevos autobuses más maniobrables y con espacios interiores más anchos; el rediseño y ampliación de los trayectos o la mejora de las marquesinas, entre otros.
Inma Ibáñez añadía que “poner este servicio en marcha era una cuestión de justicia social y equidad, de apoyo a las personas con recursos limitados o sin alternativas de desplazamiento. Pero además favorece la vertebración urbana y la mejora de la comunicación entre los barrios; reduce las emisiones de CO₂ a la atmósfera y descongestiona el tráfico”, apuntaba. La última encuesta realizada entre las personas usuarias por la empresa Investrategia, mostraba un “9 sobre 10” de satisfacción con el servicio.